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lunes, 11 de enero de 2010

¿La cuesta de enero?


La tradición nos dice que después de las fiestas de Navidad y Reyes viene la cuesta de enero, y se nos prepara para el acontecimiento con artículos, reportajes y entrevistas en los medios de comunicación, donde salen personas quejosas de la situación, pero resignadas. Los mismo pasa con el mes de septiembre y la famosa vuelta al cole.

Supongo que por eso, hace tiempo, algunos comerciantes se inventaron eso de las Rebajas, se supone que para que no nos de tiempo de pensar en la cuesta y sigamos consumiendo. Parece ser que este año, la campaña de Navidad no hay ido mal comercialmente y que las Rebajas irán aún mejor. Buenas noticias, teniendo en cuenta la situación económica que tenemos. Es curioso, pero ahora uno se alegra de que se compre mucho, de que el vecino se cambie el coche, el amigo los muebles y de ver lleno el restaurante cuando vas a comer. Dicen que todo esto es un buen síntoma económico y que es necesario para que la economía funcione. Seguramente será así.

Lo que es evidente es que nuestra economía ya no volverá a ser como antes: el sector inmobiliario tirando del carro, endeudamiento de los ciudadanos favorecido por bancos sin escrúpulos, consumismo alocado, sin hacer caso del sector productivo,…

Con todo esto, yo tengo mis dudas de si el consumir por consumir es tan beneficioso para la economía, pero de lo que no tengo duda, es que no nos hace más felices. Algunos expertos dicen que nos hemos acostumbrado a comprar por impulsos, algunas veces por adicción, que compramos cosas innecesarias. ¿De verdad, el que regala cumple con su objetivo? Seguramente sería más interesante que los medios de comunicación, sobre todo la televisión, nos enseñara a consumir responsablemente, a comprar aquello que verdaderamente necesitamos. Es posible que en un principio, algunos sectores de la economía se resentieran algo, pero sería pasajero, y se compensaría fortaleciendo nuestra economía, diversificándola, haciéndola más creíble.

De paso, se podría insistir en que es importante valorar las cosas que tenemos, muchas de las cuales, no cuentan dinero. Educarnos a no ser tan exigentes con lo material y serlo más en lo social, en aquello que nos hace grandes como personas.

Por desgracia, todo esto lo echamos de menos cuando lo perdemos, y entonces, ya no hay remedio

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