Vistas de página en total

martes, 22 de mayo de 2012

Els comptes clars




Els comptes de l’Ajuntament de Ripollet estan ben clars. Tot i que el grup municipal del COP vulgui sembrar dubtes, posant Ripollet al mateix nivell que altres administracions que fan trampes amb els seus comptes, la realitat és que els números de l’Ajuntament de Ripollet estan ben clars, estan sanejats i superen qualsevol auditoria.

Per què les diferents administracions (Diputació, Generalitat, Tribunal de Comptes...) avaluïn la situació econòmica de l’Ajuntament es fan servir molts barems: deute general, deute per habitant, deute i termini de pagaments a proveïdors, tancaments pressupostaris, etc. Tots ells demostren que els comptes de l’Ajuntament, no tant sols compleixen amb les indicacions legals, sinó que resisteixen qualsevol comparació amb els municipis similars al nostre.

El COP diu que el deute de 850.000 euros als proveïdors el teníem amagat, que no el fèiem públic. Quina barbaritat! Com poden dir això? A què volen jugar amb aquests comentaris? Potser volen espantar els veïns? Si volen treballar, que comparin Ripollet amb qualsevol altre municipi i després que parlin. Saben perfectament que si la Generalitat pagués els 4 milions d’euros que li deu a l’Ajuntament no hi hauria cap tipus de deute amb els proveïdors.

A més, el COP acusa el nostre govern municipal d’obeir les imposicions que ens arriben de l’Estat. Segons va manifestar el seu representant al darrer Ple extraordinari, quan es va aprovar el pla d’ajust, ells estan per la insubmissió i la desobediència. El govern que presideixo complirà totes les lleis, fins i tot les que no ens agradin.

Tot això ho hauria de saber el COP, que és un partit polític que té accés als comptes municipals. Potser el problema que tenen és que no fan la seva feina, que no hi dediquen el temps suficient. Sense anar més lluny, al Ple extraordinari del passat dia 14, només va assistir un dels quatre regidors del COP. Això també forma part de la responsabilitat que s’adquireix al prendre possessió com a regidor. O és que no venen perquè no es cobra?

En una cosa estem d’acord amb el COP i en més d’una ocasió ho hem fet saber. Cal un nou model de finançament municipal, més autonomia local, no tractar tots els municipis per igual...

Si el COP volgués, podríem fer un bon debat amb aquest tema en el Ple. Molt em temo, però, que no serà així, entre altres coses perquè després d’un any d’aquest nou  mandat el seu cap de llista i portaveu ni està ni se l’espera.

martes, 15 de mayo de 2012

BANKIA. Preguntas y respuestas



Se puede decir más fuerte, pero no más claro. Este artículo de J.P. Enrique publicado en el periódico digital de la Comunidad Valenciana El Periodic.com, refleja a la perfección la evolución de un despropósito financiero: la creación de Bankia.

¿De dónde procede Bankia? Caja Castellón era una caja que obtenía sus beneficios de una política muy austera en el control del gasto, prudencia en la concesión de préstamos, unos trabajadores muy motivados y la vinculación de su clientela.
Un día comenzaron aparecer informes diciendo que aquella Caja de Ahorros no tenía viabilidad porque “necesitaba tener mayor volumen para afrontar el futuro”. Antonio Tirado fue el hombre clave para manejar los hilos y abocarla en los brazos de Caja de Ahorros de Valencia.
La Caja valenciana tenía en esos momentos muchos problemas derivados de su agresiva política inmobiliaria; tantos que su presidente diría años después de su cese: “Cogimos una Caja quebrada y (tras la fusión con Caja Castellón y Caja Segorbe) la hemos elevado al tercer puesto en el ranking de Cajas.”
A la unión de las Cajas de Valencia y Castellón se la llamó Bancaja que salió impulsada tras las plusvalías que generaron las Cajas “inviables, obsoletas y anticuadas” de Castellón y Segorbe.
Cuando, tras el estallido de la última crisis, aparecieron de nuevo los problemas, vino el intento fallido de fusionarla primero con La Caixa y finalmente con Caja Madrid de donde nació Bankia. Se juntaron dos cojos en una fusión aprobada por Rajoy que Zapatero debió haber vetado.

¿Cómo actuaron los dirigentes de Bancaja? Compraron el Banco de Valencia y realizaron en la Caja y en su banco políticas agresivas impropias de una Caja de Ahorros y “genialidades” como las de introducir productos como Fonsegur, Renta Vitalicia, Pagarés, Fondos de inversión, Obligaciones Subordinadas, Participaciones preferentes, Bonos, Japoneuro, etc. etc. Productos todos ellos muy válidos para determinados sectores de clientes, pero que fueron vendidos con calzador a cualquiera que se ponía a tiro. La misión de los profesionales era colocarlos como fuera a través de objetivos que les marcaban desde la dirección. Cumpliendo con lo ordenado, el director de oficina recibía una gratificación, el jefe de zona lograba otra muy superior, el director regional obtenía otra mucho mayor y por supuesto la cúpula se llevaba sobres muy grandes mientras sacaba pecho exhibiendo los resultados.
La Caja había pasado de ser una Caja a ser un instrumento, para que los “profesionales” ganaran dinero siempre que no se preocuparan de pensar y sí de vender lo que les dijeran. Uno de los últimos objetivos ha sido la colocación de 6.000 millones en Preferentes y otro posterior su reconversión en acciones de Bankia. Ahí han atrapado a miles de pensionistas y ahorradores no demasiado bien informados de Preferentes ni de Bolsa.
Mediante absurdos objetivos se obligaba a los empleados a vender planes de pensiones sólo para aumentar su número, regalando la entidad una aportación inicial que cargaba en su cuenta de resultados como un gasto más; a abrir cuentas regalando jamones sólo para incorporar DNIs nuevos al sistema; conceder hipotecas sin importar el riesgo, etc. etc. Si el plan de pensiones quedaba sin aportaciones no importaba, si las cuentas abiertas a nombre de peñas con 12 titulares no servían de nada, tampoco y menos que se concedieran hipotecas pensando que podrían ser morosas. “Si éso ocurre –decían desde las jefaturas- ya se ocupará el Departamento de Morosidad de solucionarlo”. En eso está ocupado ahora mismo, desde hace 4 años, el Departamento de Morosidad, y tiene trabajo, ya que de los 184.000 millones de activos tóxicos de toda la banca 31.800 son de Bankia (Bancaja ha aportado nada menos que el 65% de morosidad al grupo).

¿Qué hicieron los políticos valencianos? Viendo que las Cajas tenían más de la mitad del ahorro nacional y que allí había muchos beneficios, se ocuparon de entrar a saco. Se repartieron generosos préstamos, ayudaron a sus amigos a obtenerlos, orientaron las inversiones de la entidad hacia sueños irrentables y estrambóticos como Terra Mítica, Ciudad de la luz, Aeropuerto, Valencia CF, etc.etc. etc. Fueron chupando de la vaca con todo descaro hasta que la vaca no pudo más. (Y ahora con la vaca en la UVI dicen que son inocentes y algunos les creen).
Aquí estaba Olivas desde el 2002 y todo el poder político como dueños absolutos de Bancaja y de la CAM, dedicados a abrir oficinas en Miami, vender productos domiciliados en paraísos fiscales y poner objetivos hipotecarios cada vez más altos a sus profesionales, para que ellos se vieran forzados a ofertar peligrosos préstamos: desde el inmigrante (hasta con una nómina falsificada) “Tu me traes una nómina y yo no te voy a dar 10 sino 12 para que tengas para el piso, los muebles y para cambies de coche”; al promotor para que incrementase su cartera de suelo: “No te preocupes yo te financio todo el coste del solar y también los gastos. En seis meses ganarás un pastón. Yo estoy aquí para apoyarte”.
El IVF, organismo valenciano dedicado a controlar a nuestro sistema financiero, miraba a otro lado.

¿Hay responsables? Naturalmente que los hay. El primer responsable es el partido político que tenía el control los órganos de decisión de las Cajas de Madrid (desde 1996, fecha en la que Blesa sustituyó a Terceiro multiplicándose por 16 el sueldo) y de Valencia . No vale echar balones fuera, para consumo electoral, culpando sólo en quien ellos no han nombrado: MAFO, el cual tiene la responsabilidad que tiene (similar a la que tenían quienes controlaban al Bank Irland, DEIXIA o el Bank of América, entre otros y que también fracasaron). De ahí a que quienes gestionaban las Cajas de Madrid y de Valencia, manipulaban sus balances y las han llevado a la ruina se laven las manos, va un trecho.
Rato, el mejor ministro de economía del PP y artífice del “milagro” económico de Aznar, empezó cargando 4.000 millones para saneamiento contra capital debilitando así a la entidad y se lanzó a una prematura aventura bursátil escondiendo la quiebra del Banco de Valencia. A Rato lo impuso Rajoy y a Rato lo apartó Rajoy.
En sus maniqueos se atrevieron a dar todo el poder en Bancaja aun mediocre del partido: José Luis Olivas y en Madrid vimos una guerra interna entre facciones. Gallardón y Esperanza hicieron su batallita para intentar colocar a los suyos en Caja Madrid (Dña Esperanza a su segundo de abordo, Ignacio González). La Presidenta cambió los estatutos y soltó aquella famosa frase: “Le hemos dado un puesto más a IU y se lo hemos quitado al hijo de puta”). Bancaja ya estaba muy bien controlada. La CAM también, a través de dos empresarios afines: Sola con Zaplana y Crespo con Camps. Otra disputa interna la vivía Rato con el que fue su segundo: De Guindos, que se atrevió a rebajarle a su antiguo jefe 1,78 millones anuales de su sueldo y le prohibió que adquiriera Unim para escapar de exigencias legales.
Desde el Banco de España, M.A. Fernández Ordoñez, que tantos consejos daba sobre lo que el Estado debía de hacer en materias que no eran de su competencia, como la reducción de salarios, miraba para otro lado eludiendo sus responsabilidades.
En el Consejo de la Administración aparte del PP, otros partidos en minoría también callaban porque su sillón les era rentable y además disponían en las Cajas de las pólizas de crédito que necesitaban para sus maquinarias electorales. Pólizas que muchas veces acababan metidas como pérdidas en los balances.

¿Puede cambiar algo en el futuro? Muy difícilmente ya que todo lo tienen muy controlado. Los banqueros ocupaban y siguen ocupando los puestos clave. Aquí en el Ministerio de Economía. Allá en el BCE. Más cerca, Salvador LLuch, quien fue máximo responsable de Bancaja en Castellón, Subdirector general y agresivo dirigente impulsor de tantísimas barbaridades, haciendo uso de los apoyos políticos que logró a costa de buenos favores, el mismo poder político le ha colocado, tras ser despedido de Bankia, como Director de la SGR para que desde allí continúe estrechando los lazos entre ambos poderes: el político y el económico. Otro banquero de postín, un tal Goirigolzarri que viene de que le echen del BBVA con un abultado sobre, es el nuevo encargado de poner orden en la intervenida Bankia.
El mediocre José Luis Olivar sigue ahí, sin que su partido diga nada y desde ahí continua aumentando su cuenta corriente particular, tal como acordó con Rato, quien también ha sido expulsado con una indemnización millonaria tras su nada exitosa gestión.

¿Ha actuado bien el Gobierno tras la crisis? Como suele hacer en sus decisiones importantes, Rajoy ha guardando silencio dejando pasar el tiempo.
¿Cómo tenía que haber actuado? Todo el mundo sabe que a estas situaciones se llega después de un largo tiempo de cocido interno. Lo normal es esperar a un fin de semana, suspender la cotización, intervenir la entidad, transmitir tranquilidad y explicar exactamente cual es la decisión adoptada. Nada de eso hemos visto. ¿Cómo es posible estar durante una semana con incertidumbre? Como bien ha dicho Rosa Diez “que monten en la Moncloa una habitación para el pánico y cuando les entre que se encierren allí”. ¡De vergüenza! Tanto presumir y resulta que no saben decir la verdad, ni cumplir lo prometido, ni tomar decisiones. Lo que sí saben hacer muy bien es echar las culpas a otros. ¿Cuándo tiempo van a seguir con la misma cantinela? ¿Cuánto tiempo vamos a seguir escuchando que “hay que apoyar a los bancos para que fluya el crédito”? ¿Cuánto tiempo más?
Desde que se inició la “reforma” del sistema bancario tras la crisis el Estado ha aportado 115.000 millones de euros (solo aquí en España). La mitad en avales. 19.000 para la compra de activos. 14.000 de ayudas al FROP y 400 a las pérdidas de Caja Sur. Y sigue.
En febrero Rajoy aprobó una reforma del sistema financiero. Vamos a por la segunda. Tras la primera, hace 3 meses, se nos dijo que era la definitiva para que “resolver las dudas sobre los activos de la banca y restablecer la confianza” ¿Ya no nos acordamos?

domingo, 6 de mayo de 2012

Tendencias suicidas


Decía Felipe González esta semana en el debate sobre Gobernanza Global celebrado en México que "la austeridad hasta la muerte va efectivamente a conducir a la muerte" y que "quien no crece no paga". Cada vez son más los gobiernos europeos que advierten de que esta política impuesta por Alemania, con el visto bueno de Francia, es la pescadilla que se muerde la cola. La austeridad dogmática aplicada a las políticas económicas está llevando a Europa a otra profunda recesión, más dura que la de 2010, afectando a más países, y poniendo en riesgo ni más ni menos que el proyecto europeo.
Tal y como vengo haciendo últimamente, incorporo un artículo publicado el  pasado 3 de mayo en El Periódico por el catedrático de política económica de la UB Antón Costas, que resume a la perfección lo que está ocurriendo. El título es suficientemente elocuente:

TENDENCIA SUICIDAS.
¿Qué puede explicar que unos dirigentes políticos se empeñen tercamente en empujar a sus países al precipicio de la recesión económica, el paro masivo, el conflicto social y la quiebra de la democracia? Es una cuestión que no consigo quitarme de la cabeza. En cualquier caso, ciñéndonos a los hechos, eso es lo que está ocurriendo con la política europea.
Si pintan un mapa de Europa y van poniendo sobre cada país el dato del PIB del último trimestre verán que la mayor parte han vuelto a recaer en la recesión (Reino Unido, Irlanda, Suecia, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Estonia, República Checa, Austria, Eslovenia, Rumanía, Italia, Malta, Grecia, España y Portugal), y los que no lo han hecho están en puertas (Alemania y Francia).
La recaída en la recesión está haciendo que el paro aumente en toda Europa, de forma dramática en España. Los más afectados son los jóvenes. Por otro lado, la caída de ingresos de las clases medias y trabajadoras es alarmante, y hace que la pobreza aumente, especialmente entre niños y mujeres.
Las consecuencias políticas de ese marasmo económico y social van en aumento. Las encuestas muestran creciente desafección con el proyecto europeo. Especialmente entre los jóvenes y la clase media y trabajadora. No es difícil entender que los partidos populistas y antieuropeístas estén aumentando su apoyo social y electoral. Lo acabamos de ver en Francia, con Marine Le Pen. Y, con toda probabilidad, lo veremos en las próximas elecciones griegas. A la vez, Alemania está siendo más tolerante con expresiones políticas de mal recuerdo.
La situación europea actual tiene, a mi juicio, similitudes con la de los años 30 del siglo pasado. Frente a la Gran Depresión provocada por el crack de la Bolsa de Nueva York en el 1929, Europa mantuvo el sistema patrón oro -una especie de euro de la época- y aplicó políticas que agudizaron la enfermedad. En particular, el canciller alemán Heinrich Brüning impuso una política de austeridad a machamartillo que intensificó los efectos económicos, sociales y bancarios de la recesión. Finalmente, tuvo que dimitir, arrastrando en su caída a la República de Weimar. Las nuevas elecciones fueron ganadas limpiamente por el partido populista de Adolf Hitler, que aplicó de inmediato una política de incremento del gasto militar. El resto ya lo conocen.
Brüning se exilió a Estados Unidos, donde escribió un libro reconociendo su equivocación. Es el llamado error Brüning. Estados Unidos, bajo la presidencia de Franklin D. Roosevelt, evitó ese error aplicando una política de gasto que fue llamada New Deal, nuevo contrato social. Y la democracia norteamericana se salvó del marasmo europeo.
Como si desconociesen esa historia, los políticos europeos están empeñados tercamente en repetir errores similares. El euro, en su actual diseño, se parece mucho en sus efectos al sistema patrón oro. Desde Alemania se vuelve a imponer una austeridad que lleva a la recesión y al paro. Y nuestros gobiernos, bajo los efectos de lo que en alguna ocasión he llamado síndrome de Berlín, se aplican a instrumentar esa austeridad.
Vuelvo, por tanto, a la pregunta inicial: ¿cómo explicar estas tendencias suicidas de la política europea? Creo que es el resultado de dos cosas: por un lado, de malas ideas económicas acerca de las causas y remedios de la crisis; y, por otro, de una ideología política de signo conservador, compartida hasta ahora tanto por los partidos llamados de derechas como por los socialdemócratas.
La visión germánica sostiene que la causa de la crisis de la deuda pública fue el despilfarro de los países del Mediterráneo y del Atlántico norte (los llamados despectivamente, PIGS, acrónimo de cerdos en inglés). Les aseguro que hoy no hay ningún economista sensato que sostenga esa visión. Al contrario, existe un creciente consenso en que la causa de la crisis fue el hiperendeudamiento privado (familias, empresas y bancos) facilitado por el mal diseño del euro, una equivocada política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) y un espectacular fallo del sistema financiero.
Sin embargo, nuestros gobiernos han comprado esas malas ideas. Posiblemente porque van bien a su ideología política, en la medida en que les permite defender que la solución es el recorte y la privatización de algunas de las prestaciones del Estado del bienestar. Desde estas páginas hemos insistido en que ese era un mal diagnóstico y en que la austeridad compulsiva por sí sola, sin crecimiento, crea más problemas de los que resuelve.
Algo parece estar cambiando. Estos días comenzamos a ver proclamas de políticos europeos reclamando políticas de crecimiento. Pero mientras no cambien esas malas ideas, la tendencias suicidas persistirán. ¿Qué nos puede salvar? El miedo. Si Alemania y Francia entran en recesión, quizá sus gobiernos sean más sensibles a cambiar esas malas ideas.
Por Antón Costas, Catedrático de Política Económica (UB).