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lunes, 9 de julio de 2007

Los recambios han sido imaginativos y, en algún caso, hasta brillantes


José Luís Rodríguez Zapatero ha movido el banquillo. Lo ha hecho tras haber procedido a cambiar las pilas de su varita mágica –o sea, de su optimismo antropológico-, lo que le permitió acudir al debate del estado de la Nación con energías renovadas, con moral de victoria y con deseos incontenibles de cantarle a Mariano Rajoy las verdades del barquero. Puso pie en pared y envió a esta derecha ultramontana un aviso para navegantes: “Ustedes sin ETA no son nada. La necesitaban tras el 11-M, la han buscado incesantemente como autora del aquella masacre en estos tres últimos años y la han convertido en la coartada para responsabilizar, a mi Gobierno y a mí, de las historias más disparatadas, más denigrantes y más canallescas. Hasta aquí hemos llegado, Sr. Rajoy.”

Derrotó a Rajoy, quien aún se está lamiendo las heridas de su fracaso. El pronóstico clínico respecto a su estado general es más bien inquietante para él y para el partido que, al parecer, todavía regenta. El campeón noqueó al aspirante. Y siguiendo a pies juntillas la sabia máxima de los militares triunfadores, Zapatero ha explotado la victoria. Mientras la derecha se quedaba de nuevo sola en el Congreso de los Diputados, como lógica consecuencia de sus estúpidas sandeces sobre las actas -o supuestas actas- de las reuniones con ETA y sobre la exigencia de que con ETA, pase lo que pase, no debe hablarse nunca, el presidente/entrenador urdía movimientos en su banquillo.

Prestigio internacional
ZP se ha sacado de su chistera –la misma de la que se mofó Rajoy hace unos años para luego tragarse el conejo- a relevos imaginativos y, en algunos casos, brillantes. Bernat Sòria salta al césped y la afición aplaude con entusiasmo. Un científico con experiencia dirigirá el Ministerio de Sanidad, uno de los pilares sagrados del Estado del Bienestar. Un médico de prestigio internacional que, por cierto, tuvo que renunciar a trabajar en España porque el presidente del Gobierno de la época, Aznar, se lo impidió de forma inquisitorial. Aznar no quiso enfrentarse a la presión de la Iglesia por la cuestión de las células madre. Más tarde, el presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, un mea pilas , se rindió en la batalla que el arzobispo García Gasco, un reaccionario en estado puro, emprendió contra Bernat Sòria. El presidente andaluz, Manuel Chaves lo fichó y ahora ha hecho lo propio Zapatero.


Hambre de balón
¿Qué decir de Carme Chacón, que pertenece a una de las mejores cosechas de José Montilla y que apostó por Zapatero en el momento oportuno, profesora de Universidad, culta, joven, ideológicamente progresista, que va a ir a por todas y que tiene hambre de balón y…de gol? Elena Salgado cambia de ubicación en el campo. Jugaba en punta en Sanidad y ahora tendrá que correr por el centro del campo e incluso bajar a defender el resultado de un Ministerio complicado y de difícil proyección personal.


Un todo terreno
César Antonio Molina es un todo terreno en el ámbito cultural. Ha transformado el Instituto Cervantes –que era un escaparate y poco más en los años de Aznar- en una potente organización que difunde por todo el orbe la cultura de España. Es decir, sus lenguas –como acertadamente subrayó Zapatero al dar cuenta oficial de los nombramientos-, desde el castellano, naturalmente, y en primer lugar, hasta el catalán, el gallego y el euskera. Lo que viene haciendo Molina con eficacia asombrosa y con voluntad férrea. Este colega ilustre no es un intelectual equidistante. Su compromiso ideológico con la izquierda es nítido. Y no lo oculta.


Y en Génova sin enterarse
El PP –entre la ruptura formal del alto el fuego y las municipales y autonómicas de Madrid y Valencia- cayó en el gravísimo error de confundir un espejismo con un oasis. No saben ni Rajoy, ni sus ínclitos colaboradores, como Acebes y Zaplana, lo que es de verdad la travesía del desierto. Sin embargo, y al paso que van, a partir de marzo sí sabrán al menos lo que vale un peine. El bobo solemne le ha marcado al listo Rajoy dos goles por la escuadra. Y en Génova sin enterarse.

Artículo publicado por Enric Sopena en elplural.com el 7.7.07

1 comentario:

Anónimo dijo...

mi apellido tambien es Parralejo...