Después del dolor que estos días estamos sufriendo los vecinos y las vecinas de Ripollet por la pérdida de Mª Dolores, conviene reflexionar sobre el tema, hacernos preguntas, seguramente muchas sin respuesta, y también hablar y debatir. Ese sentimiento de rabia que tenemos, sobre todo expresado por los más jóvenes en las manifestaciones de ayer y de hoy, hay que canalizarlo de manera positiva. Al menos, que la muerte de Maores sirva para mejorar nuestra convivencia, para ser más tolerantes y menos agresivos.
El Periódico de hoy publica un artículo de Javier Elzo (catedrático emérito de la Universidad de Deusto) que justamente se titula Más allá de la tragedia de Ripollet.
Creo que ésta es la línea a seguir para favorecer la reflexión. Por su interés, transcribo el artículo íntegramente:
'Más allá de la tragedia de Ripollet'
Llevo años escribiendo que los niveles de violencia de los adolescentes y jóvenes no son, en la actualidad, superiores a los que había hace 50 años, ni siquiera a los de hace 10 o 15. Pero añado inmediatamente que encontramos, con demasiada frecuencia, episodios de violencia entre jóvenes, adolescentes o menores de edad, escalofriantes e inimaginables en otros tiempos. El último, estos mismos días.
Hemos sabido que dos menores de edad han sido detenidos por los Mossos d'Esquadra, en Ripollet, acusados de degollar y golpear en la cara hasta la muerte a una niña de 14 años a la que conocían del barrio y que era compañera de ellos en el mismo centro docente. Parece que había rencillas amorosas, pero el detalle, fundamental para esclarecer lo sucedido, es secundario cuando se pretende, como en estas líneas, reflexionar sobre episodios similares al de Ripollet.
PIENSO EN la mujer rociada de gasolina en un cajero, cuyo juicio se ha visto recientemente. Recuerdo a las tres niñas que rompieron la pierna a otra en una agresión a la salida de un instituto de León. Unos chavales en Barakaldo (Vizcaya) mataron a patadas, en el atrio de una iglesia, a un menesteroso y fueron a contárselo a sus compañeros. Un exalumno agrede a un profesor en Alicante y su amiga lo graba en el móvil. El alcalde de Tolosa (Guipúzcoa) denuncia que los menores extranjeros causan problemas en el municipio y los comerciantes afirman estar "hartos, amenazados, asustados y preocupados". Desgraciadamente, podríamos seguir con los ejemplos. Estamos ante un problema real y la violencia juvenil, quizá menor en número que hace, digamos 40 años, hoy es más grave.
Violencia que nadie se explica. No solamente los padres de las víctimas. Tampoco los padres de los agresores, como parece que ha sucedido esta vez, según refierela prensa. Estamos ante lo que vengo denominando violencia gratuita, término que exige alguna precisión.
Decimos gratuita pues no parece responder ni a objetivos estratégicos (como las violencias racistas, revolucionarias o nacionalistas) ni corresponderse a situaciones de marginalidad o desarraigo social. No es la violencia del chaval inmigrante, desarraigado, fuera de su cultura y lejos de sus padres. No es la violencia del menor que proviene de una familia desestructurada, a veces sin padre, otras con una madre desbordada, angustiada, estresada e incapaz de ayudar a su hijo como quisiera. No. Estamos ante la violencia de un chaval o chavala, hijo o hija de una familia normal como la suya y la mía. ¿Qué es lo que está pasando? Distinguiría, sucintamente, varias causalidades o motivaciones.
En unos casos se puede tratar de un mero juego (trágico juego ciertamente, pero juego al fin). De ahí que se hable también de violencia lúdica. Muchas veces esta manifestación de violencia no es sino la consecuencia del aburrimiento, hastío y falta de alicientes en la vida cotidiana de no pocos adolescentes y jóvenes. Es, claramente, el caso de los chavales de Barakaldo.
No hay que olvidar la violencia machista en ciertas manifestaciones de chicos que se sienten relegados por el empuje y protagonismo de las chicas. Estamos, sin duda, ante una especie de revival del machismo que llevo años denunciando. Pero personalmente, cada día doy más importancia, en menores normales de familias acomodadas y sin mayores historias, al fenómeno de la aceleración de la vida que no nos deja ver lo que sucede a nuestro derredor.
Unos datos. En el último estudio con escolares catalanes en el que participé, no pasa del 33% la proporción de padres que, según sus hijos --me limito a los hijos que han sido objeto de maltrato reiterado en el centro docente--, saben todo lo que les pasa. Un 34% afirman que se enteran de algo, y el resto, que no saben nada. Si les preguntamos si se enteran sus profesores, la realidad no es más reconfortante. Muchos padres y profesores no nos enteramos de lo que pueden sufrir nuestros hijos y alumnos.
SI NOS detuviéramos en lo que hacen y piensan nuestro menores, descubriríamos en ellos la dificultad de asumir cualquier frustración y diferir en el tiempo lo deseado en el presente, la no aceptación del límite, sea el que sea, así como todo lo que connote autoridad exterior a la del grupo de pares, una incapacidad para gestionar la soledad, más aún para pensar en soledad y verse, como son, en su verdad.
Hay muchos chavales desnortados, sin referentes, en muchos casos provenientes de familias, sea despreocupadas de ellos, sea excesivamente preocupadas, sea falsamente tolerantes, en esa tolerancia que raya en la indiferencia.
Creo que, en el estado actual de las cosas, esta será un importante explicación a tener en cuenta ante las manifestaciones, aparentemente inexplicables, en menores y jóvenes que tienen de todo, pero que siempre quieren más, que luego no saben qué hacer con lo que tienen, que lo que quieren lo quieren al momento y que no toleran ninguna dilación al respecto.
Los hijos, cada día en mayor número, crecen solos, ante el dolor y la impotencia de sus padres, a quienes lo último que desearía es culpabilizar. En particular a los padres de la víctima y de los agresores de Ripollet, ante los que, como padre, solo puedo abrazarles en la distancia.
El Periódico de hoy publica un artículo de Javier Elzo (catedrático emérito de la Universidad de Deusto) que justamente se titula Más allá de la tragedia de Ripollet.
Creo que ésta es la línea a seguir para favorecer la reflexión. Por su interés, transcribo el artículo íntegramente:
'Más allá de la tragedia de Ripollet'
Llevo años escribiendo que los niveles de violencia de los adolescentes y jóvenes no son, en la actualidad, superiores a los que había hace 50 años, ni siquiera a los de hace 10 o 15. Pero añado inmediatamente que encontramos, con demasiada frecuencia, episodios de violencia entre jóvenes, adolescentes o menores de edad, escalofriantes e inimaginables en otros tiempos. El último, estos mismos días.
Hemos sabido que dos menores de edad han sido detenidos por los Mossos d'Esquadra, en Ripollet, acusados de degollar y golpear en la cara hasta la muerte a una niña de 14 años a la que conocían del barrio y que era compañera de ellos en el mismo centro docente. Parece que había rencillas amorosas, pero el detalle, fundamental para esclarecer lo sucedido, es secundario cuando se pretende, como en estas líneas, reflexionar sobre episodios similares al de Ripollet.
PIENSO EN la mujer rociada de gasolina en un cajero, cuyo juicio se ha visto recientemente. Recuerdo a las tres niñas que rompieron la pierna a otra en una agresión a la salida de un instituto de León. Unos chavales en Barakaldo (Vizcaya) mataron a patadas, en el atrio de una iglesia, a un menesteroso y fueron a contárselo a sus compañeros. Un exalumno agrede a un profesor en Alicante y su amiga lo graba en el móvil. El alcalde de Tolosa (Guipúzcoa) denuncia que los menores extranjeros causan problemas en el municipio y los comerciantes afirman estar "hartos, amenazados, asustados y preocupados". Desgraciadamente, podríamos seguir con los ejemplos. Estamos ante un problema real y la violencia juvenil, quizá menor en número que hace, digamos 40 años, hoy es más grave.
Violencia que nadie se explica. No solamente los padres de las víctimas. Tampoco los padres de los agresores, como parece que ha sucedido esta vez, según refiere
Decimos gratuita pues no parece responder ni a objetivos estratégicos (como las violencias racistas, revolucionarias o nacionalistas) ni corresponderse a situaciones de marginalidad o desarraigo social. No es la violencia del chaval inmigrante, desarraigado, fuera de su cultura y lejos de sus padres. No es la violencia del menor que proviene de una familia desestructurada, a veces sin padre, otras con una madre desbordada, angustiada, estresada e incapaz de ayudar a su hijo como quisiera. No. Estamos ante la violencia de un chaval o chavala, hijo o hija de una familia normal como la suya y la mía. ¿Qué es lo que está pasando? Distinguiría, sucintamente, varias causalidades o motivaciones.
En unos casos se puede tratar de un mero juego (trágico juego ciertamente, pero juego al fin). De ahí que se hable también de violencia lúdica. Muchas veces esta manifestación de violencia no es sino la consecuencia del aburrimiento, hastío y falta de alicientes en la vida cotidiana de no pocos adolescentes y jóvenes. Es, claramente, el caso de los chavales de Barakaldo.
No hay que olvidar la violencia machista en ciertas manifestaciones de chicos que se sienten relegados por el empuje y protagonismo de las chicas. Estamos, sin duda, ante una especie de revival del machismo que llevo años denunciando. Pero personalmente, cada día doy más importancia, en menores normales de familias acomodadas y sin mayores historias, al fenómeno de la aceleración de la vida que no nos deja ver lo que sucede a nuestro derredor.
Unos datos. En el último estudio con escolares catalanes en el que participé, no pasa del 33% la proporción de padres que, según sus hijos --me limito a los hijos que han sido objeto de maltrato reiterado en el centro docente--, saben todo lo que les pasa. Un 34% afirman que se enteran de algo, y el resto, que no saben nada. Si les preguntamos si se enteran sus profesores, la realidad no es más reconfortante. Muchos padres y profesores no nos enteramos de lo que pueden sufrir nuestros hijos y alumnos.
SI NOS detuviéramos en lo que hacen y piensan nuestro menores, descubriríamos en ellos la dificultad de asumir cualquier frustración y diferir en el tiempo lo deseado en el presente, la no aceptación del límite, sea el que sea, así como todo lo que connote autoridad exterior a la del grupo de pares, una incapacidad para gestionar la soledad, más aún para pensar en soledad y verse, como son, en su verdad.
Hay muchos chavales desnortados, sin referentes, en muchos casos provenientes de familias, sea despreocupadas de ellos, sea excesivamente preocupadas, sea falsamente tolerantes, en esa tolerancia que raya en la indiferencia.
Creo que, en el estado actual de las cosas, esta será un importante explicación a tener en cuenta ante las manifestaciones, aparentemente inexplicables, en menores y jóvenes que tienen de todo, pero que siempre quieren más, que luego no saben qué hacer con lo que tienen, que lo que quieren lo quieren al momento y que no toleran ninguna dilación al respecto.
Los hijos, cada día en mayor número, crecen solos, ante el dolor y la impotencia de sus padres, a quienes lo último que desearía es culpabilizar. En particular a los padres de la víctima y de los agresores de Ripollet, ante los que, como padre, solo puedo abrazarles en la distancia.
6 comentarios:
Las preguntas nos las hacemos los ciudadanos de Ripollet cada día, y también debatimos mucho. Ya iría siendo hora que se aplicara también esto el equipo de gobierno, que sólo hace monólogos y trata la comunicación de forma lamentable.
¿Quiénes son ustedes para valorar el tratamiento informativo que se hace de una noticia cuando en su emisora de radio no pueden realizar ni una mínima cobertura del asunto?
Una periodista de Ripollet.
Supongo que la afirmación que realiza en su comentario sobre el "tratamiento de la comunicación de forma lamentable" lo hace en su calidad de periodista de Ripollet. Sólo aclararle que los responsables de los medios de comunicación municipal también son periodistas, compañeros suyos de profesión, que realizan su trabajo con total libertad, sin ningún tipo de indicación o presión por parte de los miembros del equipo de gobierno. Decirle también que, este hecho, no es común a todos los ayuntamientos, donde la revista municipal no sale a la calle sin el visto bueno del concejal o del alcalde de turno.
En cuanto a quiénes somos para valorar el tratamiento de la notícia de la muerte de una menor, decirle que me sorprende que usted, como periodista, haga esta pregunta. Si alguien en el municipio debe defender el tratamiento informativo que recibe tanto nuestro pueblo, como los ciudadanos y ciudadanas que residimos en él, debe ser el Ayuntamiento. Sepa, por otra parte, que el comunicado que se ha emitido al respecto ha sido consensuado por todos los partidos políticos que forman parte de este consistorio. En cuanto a su afirmación de que la emisora municipal "no puede hacer ninguna mínima cobertura del asunto", con ella demuestra que no escucha Ripollet Ràdio ya que, desde el lunes, todos los boletines informativos se han hecho eco de las últimas informaciones al respecto y, el programa "L'info", del viernes, día 7 de noviembre, ha hecho una amplia cobertura de los hechos. Le invito a que, si no ha podido escucharlo, lo haga en cuanto esté colgado en la web municipal www.ripollet.cat, que también ha recogido el día a día desde el pasado lunes.
Espero que queden resueltas sus dudas.
estmado Juan, sin acritud, por más que he leído la carta de queja que has dirigido a los medios de comunicación por el tratamiento "injusto" que se le ha dado a la noticia,leo con cierto rubor que dices "no es cierto que haya aparecido en yn descampado, no es cierto que sea de nuestro municipio.........etc", y me pregunto ¿de que municipio era la menor?no era un descampado?,entonces los ciudadano/as de Ripollet lo que vimos y leímos en todos los medios eran "manipulaciones" de todos los medios?, aunque tú firmas la carta, creo que algún medio de comunicación tendría todo el derecho a contestar a esa misiva, o, de lo contrario quizás ha sido , que yo no he sabido interpretar el texto.Te rogaría me lo aclares, ya que en realidad no sé si la información de los medios tanto escritos como de TV y radio son ciertos.
También sin acritud te pido que vuelvas a leer la carta que he dirigido al Síndic de Greuges y al Consell de l'audiovisual de Catalunya. En ningún momento dice que la chica no sea de nuestro municipio. Debes de hacer caso de los signos de puntuación para leerlo como es debido (comas, puntos, puntos sucesivos, etc...).
Sí que es cierto que digo que la chica no apareció en un descampado, porque es verdad. Apareció en una calle asfaltada y con acera. Justamente de eso me quejo, de que en el imaginario colectivo parece que quede mejor (o que vende más) lo del descampado.
En cuanto a la contestación a la carta, la que verdaderamente espero es la del informe del Síndic y la del CAC, que son los competentes en determinar si se han vulnerado derechos y si la información dada cumple con los protocolos deontológicos etablecidos en estos casos.
Efectivamente, soy periodista.
Y por eso sé que "la total libertad" para un periodista asalariado es una utopía en cualquier organización: nos debemos a nuestros "jefes" y a las empresas e instituciones que representamos, siempre que no vulneren nuestra ética personal. Tal y como están hoy en día las cosas, el mismo sueldo ya puede ser “una presión”, no son necesarias llamadas amenazantes.
No voy a entrar en si el equipo de gobierno revisa o no el Butlletí, no es relevante, ya que el resultado es el mismo que si lo revisara. Para mi sí que es importante que el medio de comunicación público escrito de Ripollet no hable de sus ciudadanos y sobre todo con sus ciudadanos. No expresa la pluralidad de opiniones de nuestra ciudad y los temas que más nos preocupan.
Insisto en que la emisora municipal realizó una “cobertura mínima” del asunto. Es más, fue nefasta. Un medio de comunicación local debe informar primero y de forma más exhaustiva de las cosas que ocurren en su ámbito que un medio generalista. Si no, ¿para qué existe? Usted dice “desde el lunes, todos los boletines informativos se han hecho eco de las últimas informaciones al respecto y, el programa "L'info", del viernes, día 7 de noviembre, ha hecho una amplia cobertura de los hechos”. Esto es claramente insuficente: ¿qué hacía nuestra emisora municipal cuando el fin de semana anterior los medios de toda España lo difundían? Pues ya se lo digo yo porque recurrí a ella para informarme mejor de lo ocurrido: brindárnos minutos musicales.
Por sí misma, la carta que envió el consistorio por el asesinato no me parece mal, sólo me sorprenden las opiniones cuando uno no tiene “la casa barrida”.
Como en todas las situaciones, siempre hay sitio para la esperanza: este blog y el tiempo que le dedica le honran como alcalde.
La misma periodista que vive en Ripollet.
Apreciada lectora de mi blog:
En primer lugar, gracias por el cumplido.
En segundo lugar, insisto, aunque a algunas personas les pueda parecer extraño, debido a lo que se ve por ahí, te puedo asegurar que la información de mi anterior comentario es cierta. En todo caso, puntualizar que El Butlletí no es un medio de comunicación local (este trabajo lo hacen otros medios) sino de información municipal. Por eso tiene una periodicidad mensual, porque la notícia inmediata no es el objetivo.
En cuanto al caso concreto que comentas, la información es la que es y no más (para desesperación de algunos periodistas). Y a veces, dicha información se traslada a la opinión pública en pocos minutos. No hace falta insistir durante todo el dia, porque sino, se puede caer en la trampa del amarillismo. En este caso, además, la información está bajo secreto de sumario, lo que hace más complicado dar información real y fiable.
Por último, permíteme que te diga que me da en la nariz, después de tu último comentario, de que no eres periodista, cuestión que no deslegitimaría en absoluto tus comentatarios.
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