Después del periodo vacacional, la vida vuelve a la rutina, a lo cotidiano (horarios, trabajo, reuniones, etc.). Para algunas personas, esta vuelta a la normalidad se les hace excesivamente cuesta arriba y son propensas a sufrir lo que se ha dado en llamar “síndrome post-vacacional”.
La verdad es que para los que conseguimos desconectar en vacaciones, la vuelta se presenta como algo extraño. A veces parece que muchas cosas suenan a chino. Pero creo que ese es el verdadero síntoma de haber disfrutado de las vacaciones. Y yo lo he hecho.
Y en cuanto a mis quehaceres vacacionales, pues deliberadamente ha habido un poco de todo: viajes, tranquilidad, lectura, paseos en bici y alguna que otra buena comida acompañado de la familia.
Cuatro días visitando la ciudad de París, con lluvia incluida, dejan un recuerdo inolvidable (a pesar de las constantes colas en todos los sitios), cuatro días más visitando al a familia en Benicarló y de paso aprovechar para visitar Peñíscola (también mucha gente) y pasear por el campo. Por último, dos semanas de recogimiento en
Recomendable dos libros: “El niño del pijama de rayas”, se lee rápido y es una excelente fábula (me recordó en algunos aspectos a la película de “La vida es bella”) y el otro es una obra excelente de Almudena Grandes “El corazón helado”, un libro intenso, largo, pero de los que dejan poso.
En fin, como digo en el título, todo vuelve a
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