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martes, 13 de marzo de 2012

Un gobierno despolitizado


Despolitizar las cajas de ahorro es nombrar a Rodrigo Rato presidente de Bankia. Despolitizar a los embajadores es mandar a Federico Trillo a la embajada de Washington. Despolitizar la justicia es que en ella manden los jueces conservadores (o los más conservadores aún). Despolitizar la educación obliga a eliminar, con falsas excusas, el “adoctrinamiento” de Ciudadanía, mientras se mantiene en las aulas la asignatura de religión.
Despolitizar RTVE es que siga el ejemplo de Telemadrid. Despolitizar el aborto es volver a viajar a Londres y regresar a la hipocresía, a que la mujer tenga que mentir a un psicólogo para poder decidir. Despolitizar la cultura es aumentar las subvenciones a los toros mientras no hay pasta para la universidad. Despolitizar el futuro pasa por recortar las ayudas a la ciencia y al I+D. Despolitizar la píldora del día después es que no la tomen las menores: será que un embarazo no deseado tiene “efectos secundarios” menos graves a esa edad. O que se venda con receta: los viernes, a las tres de la madrugada, las recetas son muy fáciles de conseguir.
Despolitizar el pasado es dejar quietas las fosas comunes y enterrar al juez que investigó aquel terror. Despolitizar el callejero es poner calles a Fraga y quitárselas a Pilar Bardem. Despolitizar el paro es precarizar al trabajador, aunque cueste “una huelga general”. Despolitizar el medio ambiente es frenar las renovables y tapiar la poca costa que aún queda por enladrillar.
Despolitizar la política consiste en esconder la ideología en simples cuestiones técnicas, y nada más. El Gobierno de “los mejores” se limita a gobernar sin sectarismo, sin revanchismo y para toda la sociedad. Como dios manda, como Rajoy prometió
Artículo publicado en el diario Público el 6 de febrero de 2012 por Ignacio Escolar

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