Se puede decir más fuerte, pero no más claro. Este artículo de J.P. Enrique publicado en el periódico digital de la Comunidad Valenciana El Periodic.com, refleja a la perfección la evolución de un despropósito financiero: la creación de Bankia.
¿De dónde procede Bankia?
Caja Castellón era una caja que obtenía sus beneficios de una política muy
austera en el control del gasto, prudencia en la concesión de préstamos, unos
trabajadores muy motivados y la vinculación de su clientela.
Un día comenzaron aparecer informes diciendo que
aquella Caja de Ahorros no tenía viabilidad porque “necesitaba tener mayor
volumen para afrontar el futuro”. Antonio Tirado fue el hombre clave para manejar los
hilos y abocarla en los brazos de Caja de Ahorros de Valencia.
La Caja valenciana tenía en esos momentos muchos
problemas derivados de su agresiva política inmobiliaria; tantos que su
presidente diría años después de su cese: “Cogimos una Caja quebrada y (tras la
fusión con Caja Castellón y Caja Segorbe) la hemos elevado al tercer puesto en
el ranking de Cajas.”
A la unión de las Cajas de Valencia y Castellón
se la llamó Bancaja
que salió impulsada tras las plusvalías que generaron las Cajas “inviables,
obsoletas y anticuadas” de Castellón y Segorbe.
Cuando, tras el estallido de la última crisis,
aparecieron de nuevo los problemas, vino el intento fallido de fusionarla
primero con La Caixa y finalmente con Caja Madrid de donde nació Bankia. Se
juntaron dos cojos en una fusión aprobada por Rajoy que Zapatero debió haber
vetado.
¿Cómo actuaron los dirigentes de Bancaja?
Compraron el Banco de Valencia y realizaron en la Caja y en su banco políticas
agresivas impropias de una Caja de Ahorros y “genialidades” como las de
introducir productos como Fonsegur, Renta Vitalicia, Pagarés, Fondos de
inversión, Obligaciones Subordinadas, Participaciones preferentes, Bonos,
Japoneuro, etc. etc. Productos todos ellos muy válidos para determinados
sectores de clientes, pero que fueron vendidos con calzador a cualquiera que se
ponía a tiro. La misión de los profesionales era colocarlos como fuera a través
de objetivos que les marcaban desde la dirección. Cumpliendo
con lo ordenado, el director de oficina recibía una gratificación, el jefe de
zona lograba otra muy superior, el director regional obtenía otra mucho mayor y
por supuesto la cúpula se llevaba sobres muy grandes mientras sacaba pecho
exhibiendo los resultados.
La Caja había pasado de ser una Caja a ser un
instrumento, para que los “profesionales” ganaran dinero siempre que no se
preocuparan de pensar y sí de vender lo que les dijeran. Uno de los últimos
objetivos ha sido la colocación de 6.000 millones en Preferentes y otro
posterior su reconversión en acciones de Bankia. Ahí han atrapado a miles de
pensionistas y ahorradores no demasiado bien informados de Preferentes ni de
Bolsa.
Mediante absurdos objetivos se obligaba a los
empleados a vender planes de pensiones sólo para aumentar su número, regalando
la entidad una aportación inicial que cargaba en su cuenta de resultados como
un gasto más; a abrir cuentas regalando jamones sólo para incorporar DNIs
nuevos al sistema; conceder hipotecas sin importar el riesgo, etc. etc. Si el
plan de pensiones quedaba sin aportaciones no importaba, si las cuentas
abiertas a nombre de peñas con 12 titulares no servían de nada, tampoco y menos
que se concedieran hipotecas pensando que podrían ser morosas. “Si éso ocurre
–decían desde las jefaturas- ya se ocupará el Departamento de Morosidad de
solucionarlo”. En eso está ocupado ahora mismo, desde hace 4 años, el
Departamento de Morosidad, y tiene trabajo, ya que de los 184.000 millones de
activos tóxicos de toda la banca 31.800 son de Bankia (Bancaja ha aportado nada
menos que el 65% de morosidad al grupo).
¿Qué hicieron los políticos valencianos?
Viendo que las Cajas tenían más de la mitad del ahorro nacional y que allí
había muchos beneficios, se ocuparon de entrar a saco. Se repartieron generosos
préstamos, ayudaron a sus amigos a obtenerlos, orientaron las inversiones de la
entidad hacia sueños irrentables y estrambóticos como Terra Mítica, Ciudad de
la luz, Aeropuerto, Valencia CF, etc.etc. etc. Fueron chupando de la vaca con
todo descaro hasta que la vaca no pudo más. (Y ahora con la vaca en la UVI
dicen que son inocentes y algunos les creen).
Aquí estaba Olivas desde el 2002 y todo el poder
político como dueños absolutos de Bancaja y de la CAM, dedicados a abrir
oficinas en Miami, vender productos domiciliados en paraísos fiscales y poner
objetivos hipotecarios cada vez más altos a sus profesionales, para que ellos
se vieran forzados a ofertar peligrosos préstamos: desde el inmigrante (hasta
con una nómina falsificada) “Tu me traes una nómina y yo no te voy a dar 10
sino 12 para que tengas para el piso, los muebles y para cambies de coche”; al
promotor para que incrementase su cartera de suelo: “No te preocupes yo te
financio todo el coste del solar y también los gastos. En seis meses ganarás un
pastón. Yo estoy aquí para apoyarte”.
El IVF, organismo valenciano dedicado a controlar
a nuestro sistema financiero, miraba a otro lado.
¿Hay responsables? Naturalmente
que los hay. El primer responsable es el partido político que tenía el control
los órganos de decisión de las Cajas de Madrid (desde 1996, fecha en la que Blesa sustituyó a
Terceiro multiplicándose por 16 el sueldo) y de Valencia . No vale echar
balones fuera, para consumo electoral, culpando sólo en quien ellos no han
nombrado: MAFO, el cual tiene la responsabilidad que tiene (similar a la que
tenían quienes controlaban al Bank Irland, DEIXIA o el Bank of América, entre
otros y que también fracasaron). De ahí a que quienes gestionaban las Cajas de
Madrid y de Valencia, manipulaban sus balances y las han llevado a la ruina se
laven las manos, va un trecho.
Rato, el mejor ministro de economía del PP y
artífice del “milagro” económico de Aznar, empezó cargando 4.000 millones para
saneamiento contra capital debilitando así a la entidad y se lanzó a una
prematura aventura bursátil escondiendo la quiebra del Banco de Valencia. A
Rato lo impuso Rajoy y a Rato lo apartó Rajoy.
En sus maniqueos se atrevieron a dar todo el
poder en Bancaja aun mediocre del partido: José Luis Olivas y en Madrid vimos
una guerra interna entre facciones. Gallardón y Esperanza hicieron su batallita
para intentar colocar a los suyos en Caja Madrid (Dña Esperanza a su segundo de
abordo, Ignacio González). La Presidenta cambió los estatutos y soltó aquella
famosa frase: “Le hemos dado un puesto más a IU y se lo hemos quitado al hijo
de puta”). Bancaja ya estaba muy bien controlada. La CAM también, a través de
dos empresarios afines: Sola con Zaplana y Crespo con Camps. Otra disputa
interna la vivía Rato
con el que fue su segundo: De Guindos, que se atrevió a rebajarle a su antiguo
jefe 1,78 millones anuales de su sueldo y le prohibió que adquiriera Unim para
escapar de exigencias legales.
Desde el Banco de España, M.A. Fernández Ordoñez,
que tantos consejos daba sobre lo que el Estado debía de hacer en materias que
no eran de su competencia, como la reducción de salarios, miraba para otro lado
eludiendo sus responsabilidades.
En el Consejo de la Administración aparte del PP,
otros partidos en minoría también callaban porque su sillón les era rentable y
además disponían en las Cajas de las pólizas de crédito que necesitaban para
sus maquinarias electorales. Pólizas que muchas veces acababan metidas como
pérdidas en los balances.
¿Puede cambiar algo en el futuro?
Muy difícilmente ya que todo lo tienen muy controlado. Los banqueros ocupaban y
siguen ocupando los puestos clave. Aquí en el Ministerio de Economía. Allá en
el BCE. Más cerca, Salvador LLuch, quien fue máximo responsable de Bancaja en
Castellón, Subdirector general y agresivo dirigente impulsor de tantísimas
barbaridades, haciendo uso de los apoyos políticos que logró a costa de buenos
favores, el mismo poder político le ha colocado, tras ser despedido de Bankia,
como Director de la SGR para que desde allí continúe estrechando los lazos
entre ambos poderes: el político y el económico. Otro banquero de postín, un
tal Goirigolzarri que viene de que le echen del BBVA con un abultado sobre, es
el nuevo encargado de poner orden en la intervenida Bankia.
El mediocre José Luis Olivar sigue ahí, sin que
su partido diga nada y desde ahí continua aumentando su cuenta corriente
particular, tal como acordó con Rato, quien también ha sido expulsado con una
indemnización millonaria tras su nada exitosa gestión.
¿Ha actuado bien el Gobierno tras la
crisis? Como suele hacer en sus decisiones importantes, Rajoy ha
guardando silencio dejando pasar el tiempo.
¿Cómo tenía que haber actuado? Todo el mundo sabe
que a estas situaciones se llega después de un largo tiempo de cocido interno.
Lo normal es esperar a un fin de semana, suspender la cotización, intervenir la
entidad, transmitir tranquilidad y explicar exactamente cual es la decisión
adoptada. Nada de eso hemos visto. ¿Cómo es posible estar durante una semana con
incertidumbre? Como bien ha dicho Rosa
Diez “que monten en la Moncloa una habitación para el pánico
y cuando les entre que se encierren allí”. ¡De vergüenza! Tanto presumir y
resulta que no saben decir la verdad, ni cumplir lo prometido, ni tomar decisiones.
Lo que sí saben hacer muy bien es echar las culpas a otros. ¿Cuándo tiempo van
a seguir con la misma cantinela? ¿Cuánto tiempo vamos a seguir escuchando que
“hay que apoyar a los bancos para que fluya el crédito”? ¿Cuánto tiempo más?
Desde que se inició la “reforma” del sistema
bancario tras la crisis el Estado ha aportado 115.000 millones de euros (solo
aquí en España). La mitad en avales. 19.000 para la compra de activos. 14.000
de ayudas al FROP y 400 a
las pérdidas de Caja Sur. Y sigue.
En febrero Rajoy aprobó una reforma del sistema
financiero. Vamos a por la
segunda. Tras la primera, hace 3 meses, se nos dijo que era
la definitiva para que “resolver las dudas sobre los activos de la banca y
restablecer la confianza” ¿Ya no nos acordamos?
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