El día de
Reyes marca el final de las llamadas fiestas navideñas (para algunos,
vacaciones de Navidad).
Mañana se
retoma el curso escolar. Seguramente el hecho más significativo que nos
devuelve de lleno a la normalidad: trasiego de gente por las calles, coches
arriba y abajo en los horarios de entradas y salidas, ese sonido maravilloso de
niños por todos sitios, etc.
Dicen que el
consumo se ha incrementado estas fiestas, en comparación con el año pasado, que
se están vendiendo más coches, que se prevé una gran campaña de rebajas, que la
famosa prima de riesgo ha bajado de los 200 puntos, que en 2013 ha bajado el
paro (aunque sea como consecuencia de que hay menos personas que lo buscan), y
en Ripollet concretamente durante 2013 se ha reducido en 315 personas (un 7’5%).
Son datos
positivos, que ayudan a levantar la moral colectiva, que falta hace, pero que
aún no es suficiente para volver a ilusionar a una sociedad triste y decaída.
El impacto de la crisis en todas (o casi todas) las familias ha sido brutal.
Cualquiera que se pare a analizar su situación hace 5 años y la compare con la
de ahora, se dará cuenta del gran retroceso que se ha producido. Un retroceso
material (ganamos menos y trabajamos más) pero sobre todo, un retroceso en
derechos y bienestar (sanidad, educación, pensiones, servicios sociales,
derechos civiles, laborales,…)
Sin duda, saldremos
de la crisis y nos recuperaremos como sociedad, pero los derechos perdidos tardaremos
mucho más en recuperarlos, si es que los recuperamos. Me entristece ver que
nuestro país, puntero a nivel mundial en derechos civiles retrocede a los años
más oscuros de nuestra reciente historia, con la aprobación de leyes como la
reforma (mejor dicho, contrarreforma) del aborto. Y eso no es culpa de la crisis, es pura ideología.
Tenemos por
delante un año 2014 movidito (también apasionante) políticamente hablando:
elecciones europeas (el primer test al gobierno de Mariano Rajoy), Primarias en
el PSC y por primera vez en el PSOE, y por supuesto, el debate soberanista, que
lo tapa todo, con la famosa consulta pendiente (al final, serán elecciones) y
Rajoy mirando hacia otro lado.
Esperemos
que podamos conservar la magnífica convivencia que disfrutamos y que nuestros
representantes políticos sepan hacer bien su trabajo, que no es otro que
solucionar nuestros problemas.
Salud y
Feliz Año!
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